“TEPT”: HACIENDO DE LA GUERRA UNA PATOLOGÍA PARA VENDER DROGAS

Los efectos visibles causados por el estrés del combate han sido mencionados por escritores desde la antigüedad.

En guerras más recientes, se le ha llamado “corazón de soldado”, “fatiga de combate” y “neurosis de guerra”. Sin importar cuál sea el nombre, a lo largo de los siglos los militares han reconocido que algunas veces los horrores de la guerra pueden ser una carga demasiado pesada para los soldados.

El personal en servicio activo de hoy en día afronta largas y rigurosas misiones, y períodos prolongados lejos de sus seres queridos. Y cuando hay problemas mentales y emocionales, no hay duda de su realidad. Pero sin importar a donde vayan los soldados en busca de ayuda, en el ejército de hoy en día a menudo se les envía directamente a un psiquiatra. Y eso generalmente tiene como resultado una etiqueta psiquiátrica, un “diagnóstico” que no puede ser comprobado por ningún análisis de sangre, rayos X o escáner cerebral.

Como no hay ningún análisis que pueda identificar algo físicamente incorrecto, los psiquiatras no saben qué curar, y debido a esto, el tratamiento psiquiátrico se basa principalmente en conjeturas con muy poca base científica. Pero esto no ha impedido que los psiquiatras etiqueten a cientos de miles de hombres y mujeres en uniforme con una enfermedad mental, drogándolos con potentes cocteles de drogas psicotrópicas.

Esto ha llegado a estar tan fuera de control que el Pentágono gasta actualmente 2 mil millones de dólares al año en salud mental únicamente. Y el presupuesto de salud mental del Departamento de Administración de Veteranos se ha disparado desde 3 mil millones de dólares en el 2003 hasta un estimado de 7 mil millones de dólares en el 2014.

Eso es mucho dinero para una profesión que ni si quiera puede encontrar pruebas para sus “trastornos mentales” bajo un microscopio.

La ausencia absoluta de base científica en la psiquiatría se ejemplifica en el caso del diagnóstico psiquiátrico “Trastorno por Estrés Postraumático”, o TEPT. Cuando a los psiquiatras se les ocurrió el diagnóstico, tomaron las reacciones perturbadoras, pero esperadas, a una experiencia estresante o negativa, y proclamaron sin ninguna evidencia que era un “trastorno mental”, y cobraron en efectivo. En 1980, un grupo de psiquiatras votó para que se listara en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM), que hoy en día es un tomo de 943 páginas también conocido como la “biblia de facturación” de la Asociación Psiquiátrica Americana. Entonces con la posibilidad de cobrar a las compañías de seguros privadas y gubernamentales para tratar el TEPT, en los años posteriores los psiquiatras pudieron ganar millones de dólares, sin tener ni idea de qué lo causa o cómo curarlo.

Claro, cuando no conoces la causa ni la cura, el tratamiento puede ser a largo plazo y muy costoso. Entre esto y el creciente número de veteranos a los que se les diagnostica esta afección fantasma, la industria del TEPT ha estado devorando crecientes cantidades de recursos del gobierno de un modo constante. Sólo en 2005, el 13% de todos los costos de salud mental del Departamento de Administración de Veteranos, o 274 millones de dólares, fueron utilizados en el tratamiento de TEPT; gran parte de esta suma se está malversando hacia las arcas en rápida expansión de la industria farmacéutica-psiquiátrica.

Hoy día, alrededor del 80% de los veteranos etiquetados con TEPT recibe drogas psicotrópicas; al 89% de estos se les suministran antidepresivos, al 34% se les trata con antipsicóticos, drogas tan potentes que están destinadas sólo para los más gravemente perturbados. Desde 2001, ha habido más de 150 advertencias de reglamentación farmacéutica alrededor del mundo y se han publicado estudios acerca de los peligros, a menudo efectos mortíferos, de este tipo de drogas psicotrópicas.

Pero los psiquiatras no sólo ganan millones diagnosticando y tratando el “TEPT”, también llevan a cabo investigaciones sobre las drogas, tratando de ocultar químicamente las indeseables reacciones a la guerra. Esto es demasiado dinero, tan sólo una rama del ejército de Estados Unidos ha gastado casi 300 millones de dólares en investigación sobre el TEPT desde 2006.

Parte de la rápida expansión del TEPT se debe al criterio, cada vez menos exigente, a la hora de diagnosticar. Desde la introducción del TEPT en el libro de trastornos mentales de la psiquiatría, la definición de qué califica como TEPT se ha vuelto más flexible, más amplia y mucho más general.

Hoy en día, el TEPT no sólo se diagnostica a soldados y veteranos por traumas de guerra, sino que se ha convertido en una etiqueta que es válida para cualquiera, militar o civil, que experimente una reacción adversa a un momento de angustia. El resultado: decenas de millones de personas con una reacción perfectamente normal a un desastre, ahora están siendo diagnosticadas con un trastorno mental.

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