Las Drogas Psiquiátricas y la Guerra:
UNA MISIÓN SUICIDA

La primera de una serie de cuatro partes escrita por la periodista de investigación Kelly Patricia O’Meara para la Comisión de Ciudadanos por los Derechos Humanos, investiga la epidemia de suicidios en el ejército y su relación con el dramático aumento en la prescripción de drogas psiquiátricas para el tratamiento de las secuelas emocionales de combate.

Imagina por un momento a un soldado que se le ordena pasar a través de un campo claramente identificado como minado, después de que su comandante le asegurara que está bien proceder porque es probable que no todo el mundo vuele en pedazos. La mayoría consideraría esto como nada menos que una misión suicida.

Los hombres y mujeres que sirven en las fuerzas armadas hoy en día, tensos y cansados de la guerra, dentro o fuera del campo de batalla, se enfrentan con el equivalente de tal escenario a la hora de tratar sus secuelas emocionales. La ansiedad, el insomnio, las pesadillas, el estrés y la depresión están afectando a las tropas que sirven en la guerra más larga de Estados Unidos tanto como afectaron a quienes sirvieron en las guerras anteriores.

Pero la flagrante diferencia está en el “tratamiento” que están recibiendo los soldados. En base a los datos aportados por aquellos responsables de la salud y el bienestar de las tropas, parece que la farmacología ha remplazado a la piedad. Los días de la terapia de conversación, una especie de voluntad de ponerse en la piel del guerrero escuchando sus experiencias, han sido remplazados por la solución rápida de toma-una-píldora.

Pero estas pociones farmacológicas pueden estar produciendo consecuencias involuntarias, y la evidencia que se está acumulando del uso cada vez mayor de los peligrosos medicamentos psiquiátricos puede alimentar la pira funeraria de los suicidas en el ejército y de otras muertes sin explicación.

Desde 2001 hasta 2009, el índice de suicidios en el ejército aumentó más del 150 por ciento mientras que las prescripciones para drogas psiquiátricas aumentaron el 76 por ciento durante el mismo período.

De acuerdo con los datos recientes aportados por el Departamento de Defensa de EE.UU., en los primeros 155 días de este año, 154 soldados se suicidaron, aproximadamente uno por día, en comparación con los 139 soldados que murieron en combate en el mismo período.  Este es un increíble aumento de un 18 por ciento respecto al año anterior y un increíble aumento de un 25 por ciento respecto al año anterior a este.

Pero lo más preocupante es que el aumento de los suicidios está ocurriendo en un momento en el que, con la retirada de las tropas de Irak, las fuerzas de combate de EE.UU. tienen un número significativamente reducido, y de acuerdo con la información del Departamento de Defensa, casi un tercio de los suicidios en el ejército ocurrieron entre aquellos que nunca habían entrado en combate.

Estos datos sugieren que la “epidemia” de suicidios en el ejército no es exclusiva de aquellos que sufren por lesiones de combate físicas y emocionales, así que uno tiene que preguntarse cuál es la causa del incremento de los suicidios... ¿cuál es el común denominador entre el personal militar que pueda ayudar a los altos mandos a combatir este enemigo aparentemente elusivo y no identificable? La siguiente información puede ofrecer una perspectiva.

De 2001 a 2009, el índice de suicidios en el ejército aumentó más de un 150 por ciento mientras que la prescripción de drogas psiquiátricas se elevó un 76 por ciento a lo largo del mismo período. Y de acuerdo con el Centro de Vigilancia Sanitaria de las Fuerzas Armadas, los trastornos mentales fueron la principal causa de hospitalización de militares en servicio activo en 2007, 2009 y 2011, con un gasto de casi 2 mil millones de dólares en drogas psiquiátricas desde 2001.

A pesar del enorme aumento en gastos para drogas psiquiátricas y a pesar del creciente número de profesionales de la salud mental reclutados para atender a las tropas, las “enfermedades mentales” siguen siendo la principal causa de hospitalización de tropas en servicio activo. Si se están utilizando tantos recursos, tanto humanos como financieros, en esta cuestión de vida o muerte, ¿por qué nadie está mejorando? Y lo que es más importante, ¿por qué están las tropas quitándose la vida a niveles récord?

El Dr. Bart Billings, Ph.D., coronel retirado del ejército, ex psicólogo militar, fundador y director del programa militar, Equipo de Respuesta Rápida para Asistencia Humana (HARRT, por sus siglas en inglés: Human Assistance Rapid Response Team)

Dr. Bart Billings, Ph.D., coronel retirado del ejército y ex psicólogo militar y fundador y director del programa militar, Equipo de Respuesta Rápida para Asistencia Humana (HARRT, por sus siglas en inglés: Human Assistance Rapid Response Team), no tiene ninguna duda de que la causa de los suicidios entre las tropas es el resultado directo del uso de drogas psiquiátricas.

“Estoy 100% seguro”, dice el Dr. Billings, “Lo he visto y he hablado con cientos de estos tipos. Estos medicamentos realmente interfieren con la capacidad del cerebro para normalizarse y adaptarse. Es difícil tomar una decisión respecto a la forma de recuperarte si tu cerebro no está funcionando como debería”.

“Es como trabajar con alguien que esté borracho”, explica el Dr. Billings, “no vas a llegar muy lejos. Sería como si yo te hiciera girar unas 50 veces y luego te pidiera que caminaras en línea recta. No vas a poder hacerlo. Estos medicamentos son una lobotomía química”.

¿Cuáles son los medicamentos a los que se refiere el Dr. Billings como “lobotomía química” que se están repartiendo a las tropas como balas mágicas de salud mental? Según el Departamento de Asuntos de Veteranos, durante la última década se han gastado casi 850 millones de dólares en Seroquel, un antipsicótico prescrito a las tropas por trastornos del sueño, alcanzando la cifra de 6.6 millones de prescripciones.

La FDA aprobó el Seroquel para el tratamiento de la esquizofrenia y el trastorno bipolar, y aun así, el año pasado el ejército escribió más de 54 mil prescripciones de Seroquel. El 99 por ciento de esas prescripciones se escribieron sin tomar en cuenta lo indicado, sin que la FDA hubiera dado su aprobación para que se usara en esos trastornos.

Aunque lo más sorprendente es que en las instrucciones de uso del Seroquel aprobadas por la FDA se lista “Riesgo de pensamientos o acciones suicidas”, como uno de los “efectos secundarios graves” del Seroquel. Cualquiera con dos dedos de frente probablemente añadiría este dato a la columna de “aviso importante”.

Y aunque los pensamientos y acciones suicidas están en la parte superior de la lista de riesgos relacionados con el Seroquel, hay otros igualmente aterradores, incluyendo, pero no limitándose a: alucinaciones, deterioro mental o cambios de estado de ánimo (por ejemplo, agresividad, agitación, ansiedad, depresión, una sensación exagerada de bienestar, hostilidad, irritabilidad y ataques de pánico).

La pregunta que le viene a la mente al lector después de leer esta lista abreviada de riesgos, y que los que están al mando podrían considerar prudente plantear, es: ¿cómo va un soldado a saber si estas reacciones son suyas (por su supuesto trastorno) o en realidad fueron causadas por la droga que altera la mente? Y más importante todavía, cómo es posible que alguien (y menos un psiquiatra) sea capaz de determinar esto, teniendo en cuenta que no hay una base científica que respalde ninguno de los diagnósticos psiquiátricos. Llegado este punto, no parece del todo imposible que algún alto mando del ejército pudiese estar murmurando alguna barbaridad.

“He estado intentando convencer a la gente de que los psiquiatras no son nada más que traficantes de drogas legalizados, y están vendiendo drogas que no funcionan y en realidad matan a la gente”. — Dr. Bart Billings
Teniendo en cuenta el camino que el cuidado de la salud mental ha tomado durante la última década, no hace falta una promoción de rango en combate para descubrir quién está dando las órdenes. El Dr. Billings está muy consciente de la aparente rendición del ejército ante el asalto farmacológico de la psiquiatría. A pesar del creciente interés entre el alto mando militar y los legisladores, el Dr. Billings no tiene muchas esperanzas de recibir respuestas a no ser que ocurran grandes cambios en la estructura de la salud mental en el ejército.

“Los psiquiatras no tienen ni idea de lo que están haciendo”, dice el Dr. Billings, “y es la psiquiatría la que dirige la salud mental en el Departamento de Defensa y en el Departamento de Administración de Veteranos. El Departamento de Defensa tiene que dejar de confiar en ellos”.

El Dr. Billings argumenta: “Cualquier organización del mundo cuyos directores están constantemente fracasando y perdiendo dinero, en este caso vidas, esos directores serían despedidos. ¿Por qué no se ha despedido a la psiquiatría? Son los responsables de la salud mental (en el ejército) y no han hecho nada para detener estos suicidios”.

“Si yo fuera jefe de un pelotón”, dice el Dr. Billings, “y movilizara a mi pelotón y cuando volviera tuviera un 50 por ciento de bajas y el resto de los jefes de pelotón estuvieran volviendo con un 5 por ciento de bajas, me despedirían. Tendría que afrontar un consejo de guerra por negligencia. No están haciendo eso con la psiquiatría. He estado intentando convencer a la gente de que los psiquiatras no son nada más que traficantes de drogas legalizados, y están vendiendo drogas que no funcionan y que en realidad matan a la gente”.

La información referente al incremento de narcotización del personal militar y sus familias parece respaldar las conclusiones del Dr. Billings. Las drogas antipsicóticas atípicas, como el Seroquel (el cual está implicado en cierto número de muertes de veteranos de combate y que recientemente ha recibido el nombre de “Seromata”) y el Risperdal, han tenido el aumento más dramático, un salto de más del 200 por ciento, con un gasto anual que se cuadruplicó entre 2001 y 2011, de 4 millones de dólares a 16 millones de dólares.

No es un secreto que estas potentes drogas que alteran la mente causan exactamente los síntomas que se supone que tratan, ya que las drogas psiquiátricas que se están prescribiendo a los soldados se han estado investigando por mucho tiempo para encontrar las posibles reacciones adversas graves y esto se ha registrado como información pública durante casi una década.

En 2007 la Administración de Alimentos y Medicamentos, FDA, actualizó las advertencias gráficas de color negro que había aprobado en 2004 y que son las advertencias más graves de la agencia federal, en todos los antidepresivos del mercado, los cuales son parte de los medicamentos que se incluyen para el ejército y el Departamento de Administración de Veteranos. Esto es parte de la advertencia de la FDA: “La tendencia suicida y las drogas antidepresivas: Los antidepresivos aumentaron el riesgo de pensamiento y comportamiento suicida (tendencia suicida), comparadas con un placebo, en niños, adolescentes y adultos jóvenes en estudios a corto plazo sobre el trastorno depresivo mayor y otros trastornos psiquiátricos...”.

Las advertencias de la FDA sobre el aumento potencial de conducta y pensamientos suicidas relacionados con los antidepresivos y los antipsicóticos (la aparente columna vertebral del arsenal farmacológico de la psiquiatría en el ejército), hace que uno se pregunte por qué, según el psiquiatra de más alto rango en el ejército, el general brigadier Loree Sutton, el 17 por ciento de las fuerzas en servicio activo y el 6 por ciento de las tropas desplegadas están tomando antidepresivos.

Aunque es más preocupante el hecho de que estos datos no representen el número de tropas a las que se prescribe un coctel de drogas psiquiátricas que alteran la mente, muchos creen que es un número alarmante de soldados, que literalmente reciben múltiples prescripciones. Estos elíxires mortíferos no hacen más que dar a los soldados la imposibilidad de identificar cuál de todas estas drogas que alteran la mente puede ser responsable de su conducta, posponer su recuperación o lo que es peor, perjudicarlos aún más o incluso matarlos.

Tiene sentido que el alto mando del Pentágono quisiera evaluar toda la información disponible antes de decidir el plan de ataque apropiado. Después de todo, la preparación futura del ejército de esta nación está en juego. La simple verdad no se puede seguir ignorando. El ejército y el Departamento de Administración de Veteranos han incrementado dramáticamente el número de profesionales de la salud mental, a la vez que ha habido un aumento dramático de las prescripciones de drogas psiquiátricas entre las tropas, los fondos para ambos están por las nubes y aun así, la salud mental de los guerreros de nuestra nación sigue deteriorándose.

Hasta que el mando del ejército no acepte que es posible que la comunidad psiquiátrica les haya superado en la táctica, los soldados de la nación se verán forzados a cruzar un peligroso y mortífero campo minado como tratamiento, aterrorizados a cada paso que dan.


O’Meara fue la primera periodista de investigación en denunciar el vínculo que existe entre los tiroteos escolares y las drogas psiquiátricas en su artículo de portada de 1999, Guns & Doses [Pistolas y Dosis], haz CLIC en la IMAGEN para leer el artículo.

Kelly Patricia O’Meara que fue reportera de investigación de la Revista Insight del Washington Times y ha sido galardonada, ha escrito docenas de artículos denunciando el fraude de los diagnósticos psiquiátricos y el peligro de las drogas psiquiátricas, incluyendo su innovador artículo de portada en 1999, Guns & Doses [Pistolas y Dosis], que revela el vínculo entre las drogas psiquiátricas y los actos de violencia sin sentido. También es autora del aclamado libro, Psiquiatrizado: Cómo la Psiquiatría Vende las Enfermedades Mentales y Fomenta Píldoras que Matan. Antes de trabajar como periodista de investigación, O’Meara pasó dieciséis años en el Capitolio como empleada del Congreso para cuatro miembros diferentes del Congreso. Tiene una licenciatura en Ciencias Políticas de la Universidad de Maryland.

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